Empatía y atención
al paciente
Muchas veces entramos en los
box y nos dedicamos a preparar medicación coger una vía mantener
estable al paciente, y ¿dónde queda la comunicación, el apoyo, la empatía? Este
tema es un tema del que todo mundo habla, muy conocido, existen seminarios,
congresos, etc. para tratar este tema. Pero
a la hora de la verdad de que nos sirve
ir a todo este tipo de charlas si no lo aplicas en tu día a día.
Este viernes ingreso una
mujer de 60 años que estaba
esperando a ser atendida más de una hora
con dolores intensos en la zona supra púbica irradiado a la zona lumbar; para
empezar, llego con una priorización de
verde, puede esperar hasta más de dos horas,
porque no es grave.
La mujer llorando en el pasillo aguantando su
dolor en silencio y todas las personas
de bata blanca pasando de un lado a otro sin percibir su dolor.
Cuando fue atendida, la enfermera le dijo que se tumbase que le íbamos a coger una vía. No paso
ni unos segundo para que la mujer se levantara, estaba agitada toda las
posiciones le causaban dolor, no sabía, como colocarse, se levantaba, se ponía de
pie, daba vueltas por el box, sin calmar su dolor; y la enfermera lo único que dijo fue:” si te duele colócate en una en postura antiálgica”, yo desde mi punto
de vista en ese momento creo que la paciente con todo el dolor que padecía, que
le digas eso, no le ayuda nada, primero
porque con esa sensación que experimenta que le digas en términos médicos “ postura antiálgica” no va a saber qué es eso, y segundo, que simplemente se lo digas y no la ayudes a
colocarse en una posición en la que ella se sienta cómoda y solo la mires diciéndole colócate en
postura antiàlgica, es como si la vieses
y no dijeses ni hicieses nada.
Supuestamente una vez
administrada la medicación y comentado a la paciente que tiene que orinar para
hacer pruebas de orina, ya has terminado tu trabajo, dejándola sola con su
dolor sentada en la camilla; pasándole la medicación, tu trabajo ya está hecho.
Pues no, porque no estamos valorando que el dolor que
sufre puede causarle un sincope, o simplemente sentirse mal consigo misma porque está padeciendo y no hay nadie que la apoye
en ese momento.
He
vivido muchos momentos intensos y
tristes, en la que detrás de la enfermedad
hay una persona, la cual no sabe lo que le pasa que está preocupada por él
y por su familia.
Imaginemos
por un momento que nos coinvertimos en pacientes, que por la puerta ves entrar un
tropel de personas con bata blanca que blanden en sus manos utensilios que no
reconoces, que agarran tu cama y comienzan a trasladarte por el frío corredor mientras tú apenas llegas
a ver pasar los neones del techo, que tu familia te lanzan una mirada desesperada mientras te
alejas en la distancia… y todo ello ¡sin que nadie diga ni una palabra!
¿Cómo
nos sentiríamos? No quieras para nadie lo que no desearías para ti. Los
pequeños detalles en la asistencia sanitaria marcan grandes diferencias en la
vida de nuestro paciente.
De
nosotros los profesionales de la salud depende convertirnos en una máquina de cuidados o en un buen profesional. Yo como paciente me
quedo con lo segundo.
En
este tiempo que llevo realizando las prácticas clínicas he podido constatar que la calidad de la
asistencia médica, al menos la que percibe el paciente, y su satisfacción, no
depende de factores técnicos sino de pequeños detalles mucho más corrientes. Al
enfermo lo que le importa es que el médico, la enfermera o cualquier personal
del hospital, es la atención que recibe.
Sentir
lo que siente el paciente es muy sencillo, es pararse diez segundos y cambiar nuestro punto de vista, Ponernos
en su lugar, nos sentamos o tumbamos en la camilla
y nos miramos. O Imaginamos que esa mujer con esos dolores intensos es
un familiar tuyo, que ese hombre cascarrabias es tu padre.
¿Actuaríamos igual? Si
nos Imaginamos que estamos tumbados en una camilla, y viendo pasar las
luces del techo sin saber a dónde nos
llevan, ¿estaríamos tranquilos?
Yo
creo que no es nada complicado, decirle quiénes somos, por qué estamos ahí y
qué le vamos a hacer. Mirarle a los ojos y hablar con lenguaje en el
cual los dos nos entendamos. Y, cuando
salgamos de la habitación, ellos habrán
sentido que les importamos.
Muy bueno.La verdad es una pena que a veces seamos tan frios con las personas que tenemos a nuestro alrededor.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho la reflexión.