sábado, 17 de noviembre de 2012


Empatía y atención al paciente

Muchas veces entramos en los box  y nos dedicamos a  preparar medicación coger una vía mantener estable al paciente, y ¿dónde queda la comunicación, el apoyo, la empatía? Este tema es un tema del que todo mundo habla, muy conocido, existen seminarios, congresos, etc.  para tratar este tema. Pero a la hora de la verdad  de que nos sirve ir a todo este tipo de charlas si no lo aplicas en tu día a día.
Este viernes ingreso una mujer  de 60 años que estaba esperando  a ser atendida más de una hora con dolores intensos en la zona supra púbica irradiado a la zona lumbar; para empezar,  llego con una priorización de verde,  puede esperar hasta más de  dos horas,  porque no es  grave.
 La mujer llorando en el pasillo aguantando su dolor en silencio y  todas las personas de bata blanca pasando de un lado a otro sin percibir  su dolor.  Cuando fue atendida, la enfermera le dijo que se  tumbase que le íbamos a coger una vía. No paso ni unos segundo para que la mujer se levantara, estaba agitada toda las posiciones le causaban dolor, no sabía, como colocarse, se levantaba, se ponía de pie, daba vueltas por el box, sin calmar su dolor;  y la enfermera lo único que  dijo fue:” si te duele  colócate en  una en postura antiálgica”, yo desde mi punto de vista en ese momento creo que la paciente con todo el dolor que padecía, que le digas eso, no le ayuda nada,  primero porque con esa sensación que experimenta que le digas  en términos médicos “ postura antiálgica”   no va a saber qué es eso, y segundo,  que simplemente se lo digas y no la ayudes a colocarse en una posición en la que ella se sienta  cómoda y solo la mires diciéndole colócate en postura antiàlgica,  es como si la vieses y no dijeses ni  hicieses nada.
Supuestamente una vez administrada la medicación y comentado a la paciente que tiene que orinar para hacer pruebas de orina, ya has terminado tu trabajo, dejándola sola con su dolor sentada en la camilla; pasándole la medicación, tu trabajo ya está hecho.   Pues no,  porque no estamos valorando que el dolor que sufre puede causarle un sincope, o simplemente sentirse mal consigo misma porque  está padeciendo y no hay nadie que la apoye en ese momento.
He vivido muchos momentos intensos  y tristes,  en la que detrás de la enfermedad  hay una persona, la cual no  sabe lo que le pasa que está preocupada por él y por su familia.
Imaginemos  por un momento que nos coinvertimos  en pacientes, que por la puerta ves entrar un tropel de personas con bata blanca que blanden en sus manos utensilios que no reconoces, que agarran tu cama y comienzan a trasladarte  por el frío corredor mientras tú apenas llegas a ver pasar los neones del techo, que tu familia  te lanzan una mirada desesperada mientras te alejas en la distancia… y todo ello ¡sin que nadie diga ni una  palabra!
¿Cómo nos sentiríamos?  No quieras para nadie lo que no desearías para ti. Los pequeños detalles en la asistencia sanitaria marcan grandes diferencias en la vida de nuestro paciente.
De nosotros los profesionales de la salud  depende convertirnos  en una máquina de cuidados  o en un buen profesional. Yo como paciente me quedo con lo segundo.
En este tiempo que llevo realizando las prácticas clínicas  he podido constatar que la calidad de la asistencia médica, al menos la que percibe el paciente, y su satisfacción, no depende de factores técnicos sino de pequeños detalles mucho más corrientes. Al enfermo lo que le importa es que el médico, la enfermera o cualquier personal del hospital, es la atención que recibe.
Sentir lo que siente el paciente es muy sencillo, es pararse  diez segundos y cambiar  nuestro punto de vista, Ponernos en su lugar, nos sentamos o tumbamos  en la camilla  y nos miramos. O  Imaginamos  que esa mujer con esos dolores intensos  es un familiar tuyo, que ese hombre cascarrabias es tu padre.
 ¿Actuaríamos  igual?  Si nos Imaginamos  que estamos  tumbados en una camilla, y viendo pasar las luces del techo sin saber a dónde nos  llevan, ¿estaríamos  tranquilos?
Yo creo que no es nada complicado, decirle quiénes somos, por qué estamos ahí y qué le vamos a hacer. Mirarle a los ojos y hablar con lenguaje en el cual  los dos nos entendamos. Y, cuando salgamos  de la habitación, ellos habrán sentido que les  importamos.

1 comentario:

  1. Muy bueno.La verdad es una pena que a veces seamos tan frios con las personas que tenemos a nuestro alrededor.
    Me ha gustado mucho la reflexión.

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